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viernes, 21 de diciembre de 2012

Sin fútbol, sin alma, sin futuro

Es hora de cambiar. El manual de Oltra se demuestra agotado jornada tras jornada. Los rivales saben cómo ganar al Dépor y acaba ocurriendo. Es un equipo demasiado fácil de descifrar y por eso está último. Y no hay síntomas de recuperación.

El técnico, incapaz de matizar su propuesta o de articular una nueva, reincide en el suicidio bienintencionado de cada semana. Insiste en apretar la salida del rival con jugadores que apenas intuyen el significado de la palabra sacrificio. Sin una presión efectiva, las facilidades se completan con unos centrales demasiado lentos como para vivir a 30 metros de su propia portería y unos laterales con serias dificultades para interpretar las coberturas defensivas a la espalda.

En ataque, no hay fútbol por dentro ni amplitud por fuera. Ante defensa estática no hay soluciones y el contragolpe no se maneja bien. El balón parado apenas sirve para montar contras del rival. Un rosario de problemas coronado por la impresión de equipo roto, sin empuje colectivo, que anoche ni siquiera fue capaz de morir colgando balones al área, en el que cada uno pierde la guerra por su cuenta. Nada, ni siquiera un grito, una patada.

El equipo necesita un cambio. Si Oltra no tiene capacidad o voluntad para dárselo, la pelota está en el tejado de Lendoiro. Con todo, el Deportivo está ya abocado a un esfuerzo superlativo en lo que queda de Liga para tener horizonte, al menos un año más.

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