VF es el blog de opinión y análisis de Pablo Muñoz

martes, 4 de febrero de 2014

Del punk a la música de ascensor


La intuición invita a pensar que la dupla Lendoiro-Fernández habría sido una gran sociedad. Como Fran y Bebeto o Valerón y Makaay. Uno, un visionario hombre de fútbol curtido en las mil y una noches de arquitectura imposible y negociación farolera; el otro, empresario de éxito de marcado perfil técnico y comercial, fiable, seda y sonrisa para camelarse el necesario apoyo institucional. “Poli bueno, poli malo”, si se prefiere. Pero no pudo – o no quisieron – ser y el Dépor cambia la trinchera por la moqueta sin apenas espacios comunes entre las propuestas lendoirista y tinista.

Se ha ido un rebelde, un seductor, el hombre que hoy permite a la tribu sentarse y recordar a qué sabe la gloria. Problema y virtud residen en que lo hizo a su manera, con unas reglas que en ocasiones vio antes que nadie pero que otras veces se quedaron en delirio. Del mismo modo, beneficios y pérdidas de ese talante alternativo ofrecen el de sobra analizado balance pendular de la era Lendoiro.

Ese carácter inconformista conectó con el deportivismo. Sobre todo, porque los aciertos sobre el césped alimentaron frecuentemente el argumentario favorable a esa vida a la contra. Resulta que aquel tipo que desde la periferia del fútbol miraba a los ojos a los gigantes se salía con la suya muy a menudo. Y cuanto más solo se quedó el Deportivo, más necesario se hizo el discurso beligerante. Para entonces, las fronteras entre la persona y la institución se habían fundido en un ejercicio irrepetible de club presidencialista.

Sitiado, con domicilio permanente en la empalizada y representante de un modelo obsoleto, Lendoiro deja paso a otra forma de hacer. El “enfant terrible” del fútbol español, incordio de los rectores del balompié y del establishment coruñés, es historia.

Tino Fernández, por su parte, se ve obligado a forjar su estilo sobre la marcha. Asume un escenario crítico sin amistosos para rodarse. Deberá jugar partidas simultáneas en distintos frentes y los retos no son menores.

El músculo de las relaciones institucionales está claramente atrofiado y reactivarlo es vital para seguir manejando la entidad en términos de viabilidad. En la parcela deportiva, Fernández deberá lidiar con el viejo fútbol, receloso de elementos ajenos a los códigos propios, pero sobre todo con la obligación del ascenso. Al fin y al cabo, Lendoiro cumplió con “su parte” y cedió el testigo al último relevista del 4x100 en primera posición. Y es que, de todos los “particulares” que le esperan a Tino, el que más voltaje puede transmitir a la silla eléctrica es el que se celebra cada 7 días.